La clave corazón

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viernes, 26 de noviembre de 2010

Amor mio te Odio...

discusiones


La convivencia de una pareja es una dura prueba difícil de superar con éxito, compartir la vida exige aceptar otra manera de vivir que puede ser eficaz, porque no necesariamente la forma de ser propia es la mejor. La vida en común enriquece a la personalidad, que se puede nutrir de las características del otro, que no siempre es su alma gemela.


La convivencia revela el verdadero carácter de cada uno de los integrantes de una pareja, cómo son sus sentimientos, su capacidad de generosidad o egoísmo, su manera de convencer, de escuchar, su necesidad de dominio, su capacidad para enfrentar los problemas, su paciencia, su comprensión, su fortaleza, y si son independientes y maduros.


El amor distorsiona la percepción de tal manera, que muchos rasgos de carácter de la pareja son minimizados y hasta ignorados en un primer momento por el otro, para aparecer durante la convivencia, en las contingencias y divergencias de la vida diaria, que es cuando recien se puede ser capaz de darse cuenta de la verdadera naturaleza del otro... o como dirian por ahi cuando se va cayendo la venda de los ojos.


El problema más común es enamorarse de un ideal, no de una persona real, que seguramente tiene defectos, que comete errores y que no siempre tiene el comportamiento que se espera.
La gente no ve lo que no quiere ver, y está dispuesta a mantener la imagen idealizada de una pareja, construida desde la niñez en base a las figuras de los padres que tuvieron o que hubieran querido tener, que no tienen nada que ver con la realidad y que les servirán para elegir siempre el mismo tipo de pareja. Pero el esfuerzo para hacer coincidir la persona real con el ideal, con el tiempo se diluye y es cuando se comienza a tomar conciencia de la persona real.


Sin embargo, no siempre, el hecho de haber idealizado a la pareja es una condición negativa, porque puede ocurrir en el mejor de los casos, que puedan superar sus expectativas si se comienzan a mirar desde una perspectiva más amplia, dejando de lado los condicionamientos de la niñez.
Las personas son insondables y complejas, y no se agotan en un solo rasgo de carácter. Son como los diamantes en bruto, hay que saber apreciarles su potencial porque muchas veces nos llegan a sorprender.


Pero de lo que si tenemos que estar seguros es que no podemos cambiar a nadie.

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